Desde que comenzó la ola de protestas, en octubre de 2019, una de las principales demandas ha sido el cambio de Constitución. El texto fue creado en 1980 y es criticado fuertemente por ser herencia del régimen militar del dictador Augusto Pinochet y por consolidar un papel residual del Estado en la provisión de servicios básicos.
Así, tras un año y medio de fuertes tensiones y crisis social, la Convención Constituyente ya es una realidad y pronto comenzará a trabajar.
Los resultados de las elecciones sorprendieron a muchos pues uno de los grandes triunfadores fueron los independientes, que lograron casi un tercio de los escaños (48 en total).
Escrutado el 53.4 % de los votos, las listas de los partidos de izquierda obtienen el 33.19 % de los votos, mientras que la de derechas se queda con un 21.37 %.
La derecha consiguió solo 37 puestos, lo que la deja lejos del tercio necesario para influir en el contenido de la nueva Carta Magna, mientras que la centroizquierda fue superada por el Partido Comunista y el Frente Amplio de Chile.
Ahora, una de las primeras tareas que tendrán los 155 miembros de este órgano será elegir a un presidente y vicepresidente.
Además, deberá definir el reglamento sobre cómo se trabajará en la redacción de la nueva Carta Magna; por ejemplo, si incorporará o no algún tipo de participación ciudadana, o si abordará los temas a través de comisiones específicas, entre otras cosas. La convención tendrá un plazo de nueve meses para presentar la nueva carta fundamental, pudiendo ser ampliado por otros tres meses en una sola oportunidad.
Luego, a mediados de 2022, los chilenos se someterán a un plebiscito de salida para aprobar o rechazar el nuevo texto propuesto.
Fuente: BBC / DW