Autor: Diego Ramos Lupo
El silencio de la noche se interrumpe por los lamentos de pacientes y el sonido intermitente de aparatos en el Área de Triaje para contagiados de covid del Hospital Honorio Delgado en Arequipa, ciudad severamente golpeada por las nuevas variantes del coronavirus, variantes incluso más agresivas.
La Ciudad Blanca se encuentra en una fase de contagio comunitario masivo, acumulando, hasta el momento, 232 936 casos de COVID-19. Lamentablemente, 5505 habitantes perdieron la batalla.
En el Hospital Covid rige un severo protocolo de bioseguridad, el cual incluye, por ejemplo, el uso de trajes especiales para todo el personal de salud. En el nosocomio, las jornadas de trabajo son muy duras y ameritan, inevitablemente, un alto desgaste físico y mental, dado el nivel de estrés.
De inmediato, se observa que los internos son, en su mayoría, arequipeños de entre 30 y 60 años. Pese a los esfuerzos de los médicos y enfermeras, algunos continúan presentando constantes ataques de tos y otros parecen perder el aliento.
Las salas del hospital temporal están repletas de pacientes conectados a tanques de oxígeno, algunos con miradas perdidas luchando por respirar, mientras que los ‘menos graves’ divisan lo que sucede a su alrededor u optan por intentar dormir.
Ya son las 8 p. m. y en el Área de Patología del nosocomio se alistan para realizar el recojo de los cuerpos de personas fallecidas a causa del coronavirus, una labor que, en los últimos días, se volvió ya parte de la rutina. En medio de este tenso ambiente, mientras se vestían, los médicos se juegan una broma, a fin de relajarse un poco en aquel solitario panorama con olor a medicamento, y donde el fantasma de la muerte está presente cada día.
Casi a la medianoche, se escucha un sonido en uno de los concentradores de oxígeno, y es que la alerta se ha activado por la baja oxigenación de un ciudadano que lucha por vivir.
«Esto [paciente grave] es de cada momento, porque hay mucha gente que no quiere hacer caso a la cuarentena y sale a la calle», asegura un enfermero mientras recorría los ambientes.
En la puerta de Triaje, un grupo de familiares de pacientes, con el fin de elevar el estado de ánimo, rezan junto con una mujer —quien enfrentaba un delicado estado de salud—.
«Todo va a estar bien, solo confíe en Dios y él no la abandonará», le dijo una señora.
Aunque la fémina no podía verbalizar su agradecimiento por los ataques de tos, no fue impedimento para que exteriorice su sentir mediante gestos.
Foto: Diego Ramos / HBA Noticias