El Sodalicio de Vida Cristiana ha sido oficialmente disuelto. A partir del 14 de abril, la controvertida comunidad religiosa dejó de existir como Sociedad de Vida Apostólica laical, según el decreto firmado por su superior general y aprobado por el papa Francisco.
La noticia fue confirmada por el propio Sodalicio mediante un comunicado publicado en su sitio web, en el que acepta “con dolor y obediencia” la decisión del Vaticano.
El texto también incluye un pedido de perdón a las víctimas de los múltiples abusos físicos, psicológicos y sexuales que marcaron la historia de la institución.
“Nuestra mirada se dirige también a las víctimas; les reiteramos nuestro sincero pedido de perdón (…) Pedimos perdón también a toda la Iglesia y a la sociedad por el dolor ocasionado”, indica el comunicado.
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El Vaticano ha designado al monseñor Jordi Bertomeu Farnós como comisario apostólico, encargado de supervisar la ejecución del proceso de supresión.
Fundado en 1971, el Sodalicio estuvo bajo el escrutinio público durante más de dos décadas, tras hacerse públicas graves denuncias contra sus fundadores y dirigentes, incluido su líder fundador, Luis Fernando Figari.
La disolución marca el final de una comunidad que, pese a su expansión internacional, no logró desprenderse del estigma de sus abusos.