Para los alemanes siempre será “el milagro de Berna”. Para los húngaros, el dolor histórico de un título de campeón del mundo perdido contra todo pronóstico: Alemania-Hungría, hoy (14:00 horas de Perú) en Múnich, es la repetición de la final del Mundial 1954, que entró en la historia del fútbol.
¿Es una revancha? Casi, puesto que se trata del primer partido de competición entre ambas selecciones desde aquel enfrentamiento épico en Berna, Suiza, ganado 3-2 por Alemania Occidental. Entre medias ha habido 14 amistosos entre los dos países, pero ningún enfrentamiento oficial (no se tienen en cuenta los Hungría-RDA en la época de la Alemania Oriental comunista).
La Hungría de 1954 era todavía más poderosa que los All Blacks de los años 2010 en rugby: antes de esta final, el genial Ferenc Puskas y sus compañeros llevaban cuatro años sin perder y habían conseguido la hazaña de derrotar a los ingleses por 6-3 en su templo de Wembley. Su sistema, un 4-2-4 flexible, fue una revolución y serviría de base posteriormente para las evoluciones tácticas del Brasil de Pelé y de la Holanda de Johan Cruyff.
En la fase de grupos de aquel Mundial, los húngaros devoraron 8-3 a Alemania. Nadie habría apostado un marco germano por la derrota magiar en el duelo por el título. Menos aún después de que, tras ocho minutos, los húngaros ya fueran 2-0 arriba.
¿Se confiaron los mejores jugadores del mundo? En diez minutos, Alemania empató 2-2. Y luego de un encuentro áspero, Helmut Rahn, en el minuto 84, logró el gol del “milagro”: un tiro con la izquierda que se puede ver en bucle en el museo del fútbol de Dortmund, con los comentarios de la época.
- “Once de oro”
Aquel 4 de julio de 1954 se convirtió en una fecha muy importante en la historia de la Alemania de la postguerra. “Esa victoria llenó un vacío”, explica Kristian Naglo, profesor de Sociología en la Universidad de Marburgo y especialista del deporte. “En un tiempo relativamente corto, Alemania volvió a la escena mundial, demostró que volvía al concierto de las naciones y fue nuevamente respetada”.
En 1950, todavía un paria entre los países, Alemania, que se recuperaba de sus heridas, no fue autorizada a enviar un equipo al primer Mundial disputado tras la Segunda Guerra Mundial, en Brasil.
Por detrás del milagro asoma sin embargo el dopaje: un estudio del Comité Olímpico Alemán desveló en 2010 que el uso de metanfetaminas había ayudado a la ‘Mannschaft’.
En Hungría, los recuerdos de lo que se denominó el “once de oro” se han convertido en mito. “Ese pasado está siempre presente en todo el país, y es pesado, porque comparamos constantemente a la nueva generación con la de Puskas”, analiza el exseleccionador alemán de Hungría Bernd Storck, para la agencia germana SID.
Peter Gulacsi, actual arquero de la selección, afirma que no siente esa presión. “No, la tradición es una parte importante de la historia del fútbol húngaro, pero nosotros escribimos nuestra propia historia. Tenemos más éxito que las generaciones de los últimos 20 o 30 años y avanzamos”.
Un triunfo el miércoles en tierras teutonas contra los Neuer, Kroos, Hummels y Müller podría considerarse, para los herederos del “once de oro”, un pequeño “milagro de Múnich”.