Artículo de opinión por Esteban Couto
Tuve dudas al inicio sobre la veracidad del volante que se puede apreciar primero en este post, luego recordé que quien está en esta 2da vuelta es la Sra. K, y haciendo guerra sucia nadie le gana. Y es que no sólo aquí en Arequipa, sino en muchas ciudades del Perú (y de esto puede dar cuenta Marco Sifuentes en su programa #LaEncerrona), se ha venido dando el caso de denuncias anónimas de trabajadores de distintas empresas, quienes aseguran que sus jefes los han reunido y amenazado con que si votan por el lápiz, los van a echar del trabajo o van a cerrar la empresa y liquidar a todos, dejándolos en la calle. De la manera más prepotente, sus empleadores les han exigido que “voten contra el comunismo” o, caso contrario, sufrirán las consecuencias.
Si esto es verdad y estos magnates condicionaron de tal forma el voto de quienes trabajan para ellos, estamos hablando de una situación gravísima, que incluso podría tratarse penalmente y, para el JNE, ser causal de sanción para la candidata naranja, a quien intentan deslindar de responsabilidades incluso de esa infame página del canon minero que, según tu zona, te dice cuánto dinero te dará el estado si marcas la K. Se resalta, además, el hecho de que muchos ciudadanos, tras ser entrevistados después de emitir su voto, aseguraban que había sido a favor de la candidata Keiko Fujimori motivados únicamente por el miedo y la estigmatización social (el terruqueo).
Queda totalmente comprobada la aseveración que hizo el expresidente de Uruguay, José Mujica, cuando se entrevistó con Castillo: “Te apoyo porque tu lucha es ampliamente desigual”. Esto, sumado al bombardeo diario que de propaganda keikista en los medios virtuales, redes sociales, la radio y la TV las 24 horas, solo comprueba la millonaria campaña que sustenta al fujimorismo en esta 2da vuelta, cuidando intereses de personas que, al parecer, están dispuestas a cualquier cosa (incluso mandar a la abuela de más de 90 años a votar por FP para “defender la democracia”, aunque eso implique su muerte). Todo con tal de sentar en el sillón presidencial a una corrupta para que continúe apañando el régimen y modelo que mantiene a salvo su zona de confort y su status (imaginario o no) ante la sociedad.
Ya hace mucho que no sólo se han roto todas las reglas electorales (como la aparición de la Sra. K y su marido en EEG el viernes por la noche, habiendo ya cerrado campaña); estas elecciones se han empañado desde el primer momento en que la lucha política se basó ya no en propuestas, ya no en planes sustentables a corto, mediano y largo plazo o en promesas para el pueblo, sino en terruquear al contrincante y buscarle el trapito sucio o la paja en el ojo para deslegitimar su discurso y su lucha clara contra la corrupción y la pobreza, en todos los sentidos, de este país.
Es evidente que la Sra. K y muchos quienes apoyan a su organización criminal con fachada de partido político, tienen mucho que perder y mucha porKería que ocultar, por eso la idea de que un representante fidedigno del pueblo arribe al poder les causa tanto terror como a Drácula el ver la cruz, el collar de ajos o la luz del día. No obstante, nada borra el hecho de que estas elecciones han sido las más desiguales, injustas y mediatizadas (a favor de la mafia fujimorista, por supuesto) que he visto en el Perú desde que tengo uso de razón (comparable solo con la dictadura de papá Fujimori en los 90).
Si en estos días vemos un resultado oscuro para el país, todos debemos recordar que han sido el miedo, la amenaza, la mentira y el fraude las armas que utilizó la derecha corrupta y la mafia fujimorista para hacerse del poder. Y ante aquel panorama, nosotros, el pueblo, estamos en el deber moral de defender con dignidad la Patria y el Bicentenario del Perú, de estos parásitos que desde hace años no han cesado de alimentarse de nuestro dinero, nuestro dolor y nuestra desgracia.
Hay Patria para todos. Suceda lo que suceda, no dejemos de luchar por ella, así la vida se nos vaya en ello.