La ciudad perdida prehispánica se encuentra a 13 kilómetros del centro de Acapulco, uno de los destinos turísticos más populares de México debido a sus hermosas playas. Los hallazgos arqueológicos se distribuyen en diferentes áreas del Cerro de La Bola, que solía albergar una pirámide de la cultura Yope. Se cree que esta pirámide se utilizaba para rituales relacionados con el agua, las lluvias y la fertilidad.
Los orígenes de este sitio se remontan al final del período Clásico Temprano, alrededor del año 400 d.C., y su apogeo ocurrió durante el Epiclásico, entre los años 600 y 900 d.C. Posteriormente, fue abandonado durante el Posclásico temprano, entre los años 900 y 1200 d.C.
A pesar del paso de los años, muchos de los vestigios arqueológicos han sufrido daños debido a la acción del ácido y la pintura que los visitantes ocasionalmente les aplican. Sin embargo, el descubrimiento de grabados similares a los de la cultura Nasca de Perú ha suscitado un gran interés entre los arqueólogos y aficionados.
Esta zona arqueológica también se ha convertido en un lugar popular para la escalada debido a su ubicación a una altitud que varía entre los 25 y los 275 metros sobre el nivel del mar y su terreno de aproximadamente 3 kilómetros de altura.
Puntos de señalización
Según los expertos, las piedras en el cerro servían como puntos de señalización para los antepasados, indicando lugares importantes o seguros. Los residentes locales consideran este lugar como sagrado y se han unido al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para protegerlo contra el saqueo y el vandalismo de las obras rupestres en la zona.