Por Esteban Couto
Hace un par de días fue el célebre Día de San Valentín, y aunque la cuarentena tocó a esta fecha y a miles de enamorados, alrededor del mundo algunos han visto la manera de celebrarlo adecuándose a las normas, quizá otros trasgrediéndolas, pero la mayoría dándole un valor agregado a la tan mentada y a la vez manoseada distancia social. Es cierto que el amor verdadero no se amilana ante el tiempo ni ante la lejanía, pero se carcome si no posee un cimiento espiritual que lo sustente. Esto lo sabía muy bien y lo plasmó en su poesía uno de los poetas austríacos más importantes de la primera mitad del siglo XX; me refiero a Rainer Maria Rilke.
La presente antología que comentaré y que reúne lo mejor de su poesía amorosa, pertenece a la colección en este género de la editorial Hiperión (Madrid, 2000). Con la selección, prólogo, traducción y notas de Federico Bermúdez-Cañete, ensayista español y estudioso de la obra del vate nacido en Praga (en ese entonces parte del Imperio austrohúngaro), la antología apunta a rescatar los principales textos poéticos de carácter amoroso y vitalista de Rilke, desde sus primeros poemarios (“El libro de las imágenes”, “Libro de horas”) hasta “Los sonetos de Orfeo”, uno de sus últimos libros. La selección incluye poemas dispersos y textos póstumos del austríaco, así como parte importante de su correspondencia poética con Erika Mitterer, con quien sostuvo un amor platónico sustentado por la palabra hasta 1926, año en que Rilke fallece de leucemia en Valmont, Suiza.
El poema que escogí para #LibroRecomendado tiene también su versión en alemán (lengua en la que escribió toda su producción poética), así como su respectiva traducción. Sé que debe ser más exquisito su discurso en su idioma original, pero ante mi corto conocimiento de este, solo me quedó imaginar, sentir y comparar la traducción con cada constructo poético del original. Es así que este poema sin título, perteneciente al “Libro de horas”, nos plantea una visión netamente rilkiana de la relación amorosa desde el punto de vista del aprendizaje. Quizá por su concepto de religiosidad aplicada al amor; quizá por su estrecha relación con Lou Andreas-Salomé, su amante y mentora desde mayo de 1897. Por ello, en un interesante atisbo al poeta, comparativo esencial con el amante de paso, Rilke muestra la trascendencia de los amores fugaces, de los que se entregan sin medida y sin pensarlo mucho: aquellos seres incomprendidos y fértiles que muchas veces “se mueren sin comprender, como los animales”. Pero que, en definitiva, aman sin esperar nada a cambio y dejan siempre una prueba de ese amor en tierra.
Rainer María Rilke, poeta sacralizado en el aspecto sexual, a veces impresionista, otras entregado al imaginario femenino, y ya en su madurez mitificando la existencia a través de la poesía y el canto, con una voz amplia en significados e imágenes, es un autor influyente en todos los sentidos y especialmente tomado en cuenta por poetas españoles como Aleixandre, Dámaso Alonso y el mismo Juan Ramón Jiménez. Esta edición, no obstante su disparidad con la rima original de los textos poéticos rilkianos, son para mí un acercamiento importante a su poesía amorosa que mantiene la esencia de la concepción divina a la que aspiraba el poeta.