Por Esteban Couto
“Ésta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla”, fueron las palabras de Alessandro Baricco cuando presentó “Seda” por vez primera en su versión en italiano. Allá por 1996. Cuando el autor ni se imaginaba el éxito editorial que representaría aquel libro.
Breve y concisa -lo cual hace más interesante su narrativa-, y similar a pequeñas fábulas orientales que van integrándose una a una hasta conformar el todo del romance al que asistimos desde el capítulo 14 (el cual elegí en esta ocasión para nuestra sección #LibroRecomendado), esta historia corta de amor y azar, de encuentros y desencuentros, narra el periplo a través del mundo de Hervé Joncour, un hombre casado dedicado al comercio de huevecillos de gusanos de seda, quien busca la manera más eficaz para abastecer la industria textil de su pueblo, Lavilledieu. En su búsqueda, descubre que es Japón el lugar donde puede hallar huevos sanos para hacer crecer el negocio en su terruño, por lo que arriesga su vida ingresando en aquella isla conformada por varias islas, con tal de hacer un trato y llevarse un gran botín a casa (en ese entonces, mediados del siglo XIX, Japón estaba aislada por completo de Occidente).
En el capítulo 14, la tensión se genera en el cruce de miradas entre él y una misteriosa joven que acompaña a Hara Kei, el capo de la seda al que conoce en el país nipón, dándonos una noción de lo que podría suceder. La sutileza con que Baricco narra este acontecimiento crucial en la “nouvelle” es sencillamente sobrecogedora, dotando de una atmósfera roja de emoción y ansia dicho encuentro silencioso. Es la primera vez que sus miradas se cruzan y en la estructura del capítulo aquello representa un quiebre, una ruptura entre el antes y el después de dicho instante. Una especie de haiku como collage entre su diálogo con Hara Kei y su confesión en mutis con la muchacha.
Tan grande fue la sensación por “Seda” que ha sido traducida a varios idiomas y tiene, incluso, una adaptación cinematográfica dirigida por Francois Girard en el año 2007, aunque sin comentarios halagadores. No obstante, el libro es sublime, intrigante. Y sutilmente erótico. Una delicia en pocas palabras.