Hace más de una década, Mario Urbina y su intuición se toparon con un enigma en el desierto de Ocucaje, Perú. La negativa del conductor a acercarse a una roca intrigante no detuvo a Urbina, quien se aventuró y descubrió una vértebra que revelaría el misterioso Perucetus colossus, un cetáceo prehistórico.
Aunque carecía de formación formal en paleontología, Urbina, de 61 años, impulsado por su amor por los fósiles, se convirtió en un ferviente buscador de la verdad. En colaboración con el Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, desenterró 13 vértebras, costillas y un hueso de pelvis del colosal animal, que podría haber sido el más pesado de la historia.
Este hallazgo sin precedentes tomó años para ser validado por la comunidad científica y presentado en la revista Nature.
Uno de los descubrimientos más importantes del mundo
El Perucetus colossus rompió esquemas por su tamaño y singularidad. Cada vértebra requería seis personas para su manejo, y su ausencia en otros lugares del mundo podría sugerir una conexión única con la región de Ocucaje.
Sin embargo, la búsqueda también trajo dificultades económicas para Urbina. A pesar de las adversidades, su determinación prevaleció, sostenida por su convicción en el descubrimiento.
Las montañas y lagunas de Ocucaje brindaron un refugio perfecto para este coloso prehistórico. Las aguas tranquilas y ricas en alimentos lo convirtieron en un santuario de cría y encuentro para diversas especies marinas.
Mario Urbina, un intrépido aficionado, reveló al mundo la grandeza del pasado prehistórico. Su historia es un recordatorio de cómo la pasión y la perseverancia pueden abrir puertas a los secretos más profundos de la historia de nuestro planeta.