Por: Esteban Couto.
Primero nació como un proyecto cinematográfico de Stanley Kubrick, quien encargó el guión a varios escritores entre los que destacan Brian Aldiss, Bob Shaw, Ian Watson y Sara Maitland. Luego su producción se estancó porque Kubrick, brillante y egocéntrico, creía que la animación por computadora era deficiente para crear al protagonista, ya que consideraba que ningún niño sería capaz de interpretarlo con la suficiente credibilidad. Y es que el personaje de David en el film “A.I.: Artificial Intelligence” (2001), “Inteligencia artificial” por su traducción al español, es sencillamente único, tal como lo crearon en el mundo futurista en decadencia donde se desarrollan los hechos. Lo que no imaginó Kubrick al cederle la película a Steven Spielberg poco antes de su fallecimiento en 1999 es que, finalmente, este último hallaría en Halley Joel Osment al actor perfecto para encarnar a David y darle ese toque de humanidad que debía tener su personaje, un niño robot creado para acompañar a padres que no pueden tener hijos y que tiene la particularidad de saber amar.
Prácticamente asistiendo a un futuro post-apocalíptico a mediados del siglo XXI, donde el calentamiento global ha derretido los polos y tanto humanos como robots (mechas en términos técnicos de la película) conviven, David es creado como prototipo de prueba para la familia Swinton, cuyo hijo Martin, quien padece de una extraña enfermedad, fue sometido a criogenización para evitar que muera mientras la ciencia continúa avanzando para hallarle una cura a su mal. Mónica, la madre, en un principio se muestra reacia a la presencia de este hijo robot, pero no es sino hasta que activa el protocolo de impronta que David empieza a mostrar amor hacia Mónica y tratarla sentimentalmente como si de veras fuera su madre. No tarda en ser amado por la familia y se hace amigo de Teddy, un osito mecánico de peluche que tiene como misión velar por el bienestar del niño robot. Acompañada de una voz en off que narra los hechos al más puro estilo de los cuentos de hadas, la película parece dirigirse en un aparente equilibrio desde ese momento, sin embargo este se rompe cuando el hijo de la pareja Swinton, Martin, despierta del sueño criogénico, puesto que ya hallaron la cura a su enfermedad. No habría mucho problema en ello si no fuera porque el niño comienza a rivalizar con David y a señalar su condición de ser artificial, que no es humano y, por lo tanto, no tiene los mismos privilegios que una persona “normal”. Y la situación se complica más porque los sensores emocionales de David develan sentimientos muy humanos ocultos en él, los cuales comienzan a ser una fuerte preocupación para la familia y la seguridad de su núcleo.
#MiEscenaFavorita se ubica en el pasaje de la feria de carne, a donde va a parar David después de ser abandonado por Mónica para que no lo destruyan y toparse en el camino con Gigolo Joe (Jude Law), un mecha sexual que brinda servicios a damas y por azar del destino se ve envuelto en el asesinato de una de sus clientas. Las ferias de carne anti-mecha son eventos realizados por un grupo rebelde que odia a los mechas y utiliza a los más obsoletos o con fallas de fábrica para destruirlos en sádicos espectáculos de entretenimiento para el público. En medio de lo que parece ser una muerte segura y espantado tras ver a una niñera robot siendo derretida por ácido entre vítores de la multitud, David, aferrado a la mano de Gigolo Joe, grita con todas sus fuerzas suplicando por su vida, lo cual alarma a los asistentes, pues un mecha nunca ruega por su vida. Esto parece ser prueba suficiente de su humanidad; su terror a la muerte y su naturaleza realista genera protestas entre el gentío, quienes entre abucheos exigen la liberación de David.
Otro elemento interesante del film y que ha sido motivo de estudio es su relación con historias clásicas de la literatura, como Pinocho, sustentando la aventura de David en su búsqueda del Hada Azul para que lo convierta en un niño de verdad, pensando que sólo así su madre, Mónica, lo aceptaría de vuelta. Parte de esa inocencia que dota de humanidad a su personaje, le impulsa a seguir su viaje y mantener la esperanza (otro sentimiento bastante humano) de hallar al Hada para que haga realidad su deseo. También se hace una clara referencia en la película a elementos propios de la literatura cyberpunk, sustentados en la obra de grandes exponentes de la literatura de ciencia ficción, pero teniendo como base el relato original de Brian Aldiss, “Los superjuguetes duran todo el verano”.
“Inteligencia artificial” es una conmovedora historia, adaptada y dirigida por Spielberg, que hoy es uno de los principales referentes del cine de ciencia ficción y aventuras, sin dejar de ser, por supuesto, un drama futurista que evoca temas trascendentales para el ser humano, como su dilema moral y existencial, su paulatina cosificación y la barbarie en que la sociedad se halla inmersa en la víspera de un apocalipsis que parece estar cada día más cerca, luego del impacto ambiental al que siempre hace alusión la cinta. Todos estos temas transversales y el ritmo mismo de la narración hacen de esta una obra imprescindible para analizar y cuestionarnos qué es lo que nos hace humanos y qué nos despoja de esa condición. Y cómo otros seres, sean artificiales o no, dan la sensación de tener más humanidad y amor que quienes poseen carne, hueso y razón.