Era 16 de junio del 2018. La algarabía y felicidad estaban a flor de piel, era nuestro regreso a un mundial tras 36 años de ausencia. Perú, debutaba en el grupo C, ante Dinamarca.
El Mordovia Arena en Saransk, estaba pintado de rojo y blanco, éramos locales, el tema ‘contigo Perú’ del zambo Cavero, era entonado a todo pulmón por poco más de 30 mil ilusionados hinchas peruanos. Toda una nación estaba a la expectativa. Solo querían que el conjunto comandado por Ricardo Gareca, les regale un triunfo.
El partido comenzó con un Perú electrizante, buscando hacer daño por las bandas. Las cosas se ponían mejor cuando el árbitro con la ayuda del ‘VAR’ cobraba un penal a favor de nuestra ‘blanquiroja’, ‘el Mordovia Arena, se venía abajo, Perú podía adelantarse en el marcador. Pero lamentablemente ‘Aladino’ desaprovechó esa oportunidad mandando a las nubes la oportunidad más clara del conjunto ‘inca’.
Para el segundo tiempo los ‘daneses’ avanzaron sus líneas y al minuto 53′ el volante del Tottenham, Eriksen, con un pase entre líneas dejaba ‘pie a pie’ al delantero centro Yussuf Poulsen, con Pedro Gallese. El silencio era sepulcral, estábamos abajo en el marcador, Perú estaba perdiendo 1-0.
Ricardo Gareca, mandó a la cancha al mejor Guerrero que tenía, teníamos que reponernos de la bofetada que nos habían dado. El partido se convirtió en una batalla entre las ganas peruanas y el orden danes. La selección elaboraba muy buenas jugadas, pero lamentablemente no podían ser concretadas. El pitido final del árbitro Bakary Gassama, nos dejaba sin nada y con grandes chances de quedar eliminados en fase de grupos.
‘Merecíamos más’, se oía a los desilusionados hinchas peruanos. Las lágrimas no podían faltar. El hincha peruano era consciente que la selección peruana estaba contra la cuerda. Tenía que ganar su siguiente partido que era nada menos que contra Francia. Nada era imposible, pero si difícil. Las risas se habían convertido en un doloroso llanto.
Por: Jean Diego Luna