Miembros de la Sociedad Picantera de Arequipa, que este año celebra su décimo aniversario, y del Club de Guisanderas de Asturias (norte de España), participaron en el II Congreso Internacional de Gastronomía, Mujeres y Medio Rural que se celebra en la localidad asturiana de Cangas del Narcea.
Maruja Ramos, Mónica Huerta y Beatriz Villanueva, representantes de la gastronomía arequipeña, recibieron hoy el Premio Internacional Guardianas de la Tradición en Asturias, otorgado en la segunda edición de Féminas: Congreso de Gastronomía, Mujeres y Medio Rural, en nombre de la Sociedad Picantera de Arequipa.
Las tres representantes de las picanterías La Maruja, La Nueva Palomino y la Laurita Cau Cau; ataviadas con la vestimenta típica de las picanteras (sombrero de ala ancha, mandil de cuadros rojo y blanco, blusa blanca y falda burdeos) dieron una ponencia sobre “Cocina mestiza de la picantería arequipeña”.
Ante la mirada expectante de los asistentes del congreso, mostraron en el escenario su talento. Las cuales provistas de productos e insumos llevados desde nuestra ciudad.Entre ellos, un batán de 21 kilos, una chomba de 10 litros, vajillas de barro, ajíes amarillos y mirasol, chuño blanco y negro, chochoca molida, charqui, quinua, guiñapo, huacatay, orégano, hierbabuena y más especias; dejaron en alto nuestro legado culinario.
Este premio otorgado en Asturias es un reconocimiento a su labor, por hacer de la picantería arequipeña una expresión de cultura culinaria destacando nacionalmente, la cual saca a relucir nuestras raíces andinas e hispanas en una mezcla de sabores.
Las picanterías de Arequipa, que buscan su inclusión como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad tras ser reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación desde 2014, son casas de comidas que evolucionaron desde las chicherías, expendidurías de chicha de guiñapo (una especie de cerveza de maíz negro), que fueron sirviendo a sus clientes picantitos (aperitivos picantes) para aumentar el consumo de la bebida.
DATO :
Las picanterías de Arequipa fueron reconocidas en 2014 como Patrimonio Cultural de la Nación en Perú. En su origen, esos negocios dieron independencia económica a mujeres que podían sacar así adelante a sus familias, por lo que “fueron repudiadas por la sociedad”, algo que ha cambiado con el paso del tiempo.
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