En lo que va del año, más de 190 mil denuncias de violencia familiar se han registrado en el país. Este dato alarmante resalta la magnitud del problema, pero la situación empeora cuando se considera que más del 50% de las mujeres víctimas de agresiones abandonan las terapias psicológicas y médicas destinadas a su recuperación. A pesar del sufrimiento, muchas dejan de buscar ayuda antes de completar su tratamiento, lo que aumenta los riesgos de recaer en los ciclos de violencia.
Según los especialistas en salud mental de la Geresa, una de las razones más frecuentes para el abandono de las terapias es la percepción de calma que surge después de una discusión o un episodio de violencia. Esta aparente tranquilidad puede inducir a las víctimas a creer que la situación está bajo control, lo que las lleva a interrumpir sus tratamientos. Sin embargo, esta “calma” es solo temporal, y la falta de continuidad en el tratamiento puede agravar los problemas emocionales y físicos a largo plazo.
Los médicos y expertos en salud mental insisten en la necesidad de acompañar constantemente a las víctimas durante el proceso de recuperación. La interrupción prematura de las terapias no solo debilita el proceso de curación, sino que también aumenta el riesgo de recaer en los mismos patrones de maltrato. Además, se hace un llamado urgente a las víctimas a superar el miedo a denunciar y buscar ayuda profesional sin dudar. La ayuda oportuna resulta crucial para reconstruir una vida libre de agresiones.
Es fundamental que las mujeres víctimas de violencia familiar no abandonen las terapias. En lugar de ceder a la falsa sensación de tranquilidad, deben buscar apoyo psicológico y médico continuo. Solo así podrán avanzar en su proceso de recuperación y finalmente alcanzar una vida libre de violencia.